El diario de Ana Frank

No sé ni cómo comenzar a relatar esta entrada, porque así es como me quedé cuando terminé de leer este libro: sin palabras.

Siento mucho respeto por algo tan personal como un diario, y más cuando ha sido escrito por una niña cuyo derecho a la vida está totalmente coartado, y ha de luchar por él a escondidas y en condiciones deprimentes.

Pasar más de 700 días esperando una oportunidad para ser libre, entre cuatro paredes, sin apenas comida... y compartir toda esa barbarie con tu familia y otras personas que no lo son, ¿no se os antoja espeluznante?

Huir sin saber exactamente por qué están contra ti, teniendo seguro solamente que si te encuentran no sobrevivirás, es una sensación que a veces me cuesta asimilar por haber existido de verdad en un mundo como éste. 

En este diario cada palabra es un tesoro, porque salieron del pensamiento y del corazón de una niña asesinada que en esos momentos respiraba sus esperanzas. Entró en aquel refugio siendo una niña, y entre aquellas mismas paredes se convirtió en una mujercita con ideas muy claras, y unas ganas inmensas de respirar aire puro y enamorarse. 

Las ansias de cultivarse intelectualmente permitieron que cada día tuviera un motivo para levantarse de aquel colchón que yacía en el suelo. Devoraba libros de temáticas muy variadas, lloraba por las noches cuando la situación le sobrepasaba, y el miedo, aunque intentó consumirla, nunca lo consiguió mientras permanecía a salvo. Kitty, que así bautizó a su diario, fue su confidente hasta el último momento.

Existe una teoría que defiende la posibilidad de ser obra de un impostor, un adulto que usurpara la identidad de Ana para redactar este diario y darlo a conocer al mundo como el prestigioso documento histórico en que se ha convertido. Puede ser cierto debido a la madurez de sus palabras, sus ideales, su férrea personalidad y su forma de ver el caótico mundo desde su ventana, pero yo quiero creer que el diario que he leído es realmente suyo. Quiero pensar que tengo en mi estantería un pedacito de una niña que, aunque no la he conocido en persona, me ha transmitido a la perfección sus zozobras y sus ilusiones. Porque existir, existió. Y le arrebataron la vida.

"La pereza seduce; el trabajo satisface".

"Esto se está convirtiendo en una pesadilla, tanto de noche como de día. Le veo casi a todas horas y no puedo acercarme a él, tengo que disimular mis sentimientos y mostrarme alegre, mientras que dentro de mí todo es desesperación".

"Una persona puede sentirse sola, aún cuando mucha gente la quiera".

"Las personas libres jamás podrán entender lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados". 

"Cuando miro al cielo, pienso en que todo esto cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta estos días despiadados tendrán fin, y que el mundo conocerá de nuevo el orden, el reposo y la paz".

"Después de todo, la juventud es aún más solitaria que la vejez".

"El papel es más paciente que los hombres".

.Estelle.