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jueves, 10 de enero de 2013

Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven.

No creo en Dios, ni en ningún tipo de divinidad. Tampoco creo que en la palabra de los políticos. Bueno, a día de hoy no creo en la palabra de ninguna persona que no sea mi madre. 
En lo único que creo y he creído siempre, sin necesidad de que nadie me haya impuesto sus ideas y credenciales, es en el destino.
Realmente creo que todos y cada uno de nosotros existimos por algo. Creo que todos estamos destinados a  vivir, experimentar, sentir, sufrir y decidir de una u otra manera, y que tenemos un papel determinado para desempeñar en la vida.
No creo que sea nada descabellado. Es una forma bastante aceptable de ver la vida, no hace daño a nadie.


Unos creen en espíritus incapaces de pasar al otro lado por dejar hechas cosas pendientes; otros creen en Dios, algo que me saca de quicio; y otros como Albert Espinosa creen en lo mismo que yo, o al menos esa impresión me ha dado después de leer "Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven".

El inicio es capturador. El desarrollo tiene ese "otro capítulo más y ya paro, sólo para quitarme la curiosidad", y cuando te quieres dar cuenta ya has leído la mitad del libro. Y el desenlace es fascinante. Toda la novela es fascinante de principio a fin. Mágica, increíble pero no imposible, y una prueba de lo mucho que pueden cambiar las cosas dependiendo de qué personas se crucen inesperadamente por tu vida, de que todo sucede por algo. Cosas del destino...

Hace bastante tiempo que le tenía ganas a este libro. Bueno, en realidad le tenía ganas a cualquier libro de este escritor. En mi lista de novelas que leer sólo figura su nombre, no el título. Así que con el buen sabor de boca que me ha dejado esta maravilla esperanzadora creo que le daré otra oportunidad a otro libro de Albert. 


"Es difícil gozar con un te quiero propio".

"Hay veces que una pareja arrastra tanto que ni el amor es suficiente".

"Lo mejor de recordar es que puedes regresar cuando lo deseas, nadie te puede robar o impedir eso. Quizá lo que más me impacta es que, siempre que vuelves, el recuerdo es diferente. Y si el recuerdo es diferente, uno lo acaba siendo también, porque ahí están tus raíces y si tus raíces cambian, también cambiará tu tronco...".

"Sé que es difícil de creer que yo sepa cuál fue el día exacto que me quiso hasta el nivel más alto. Pero os juro que cuando se acaba una relación, puedes llegar a saber cuál fue ese día. Lo notas... Lo presientes...".

"La intensidad no la marca el tiempo, sino la emoción que reside dentro de uno".


.Estelle.

jueves, 3 de enero de 2013

"Crimen de autor", Gregg Hurwitz.

Estaba esperándole en el asiento de copiloto de su coche. Había subido a su casa a por algo de dinero para irnos a cenar. Era una de esas noches en que creía que lo nuestro iba por buen camino, aunque unos meses más tarde ese camino se inundara de complicaciones. Entonces él apareció de repente, yo no había oído sus pasos, ni había percibido ni una sola sombra de su presencia hasta verle sentado a mi lado. Estaba demasiado concentrada imaginando un futuro que nunca llegaría. Su dinero estaba en su cartera, y en su mano este libro:


"Este libro te lo vas a leer", me dijo.

Y yo obedecí, como obedecen las personas que se dejan guiar por quien sienten especial admiración.
Con curiosidad, observé la tapa del libro, el título y el autor cuyo nombre no me sonaba de nada.
- "¿Es novela negra?".
- "Sí, como a ti te gustan. Léelo y no tengas prisa por devolvérmelo ".

No recuerdo muy bien si lo comencé a leer al día siguiente o pasadas unas semanas... Creo que pasadas unas semanas. Pero ahora que lo he terminado y sigue en mi posesión sin intención de ser devuelto a su dueño, me atrevo a afirmar que es una de esas joyas de la novela negra, suspense y misterio que no presumen del reconocimiento que se merecen.

No soy partidaria de hacer spoiler, por lo tanto no la comentaré más que a grandes rasgos.

Como en toda novela negra, nada de lo que se esclarece antes de la primera mitad del libro es lo que parece. El final siempre es sorprendente, y lo mejor de todo, es que te deja con ese "mal sabor de boca", por así decirlo, de que es posible que en la vida real tampoco puedas fiarte al 100% de esas personas por las que pondrías la mano en el fuego a que no te traicionarían. Que podrías ser el títere de una mala jugada que pretende hacerte cualquiera. Que dicha mala jugada te haga dudar de ti mismo, de tu salud mental, de tu persona, de tus intenciones, de tu subconsciente... Ese temor a no conocerte, a no saber quién eres ni de lo que eres capaz. Esa sensación de rechazo por parte de personas que creen conocerte mejor que tú, y ese pánico a que realmente así sea. 

Todo esto puede ser agonizante en una persona de a pié. Puede no, lo es.
Pues imaginaos en un escritor de éxito, con millares de ejemplares vendidos y una cara más que reconocida por toda la población. Y peor aún, que gracias a un delito que tú no sabes si has cometido se produzca un morbo enfermizo entre tus fans y no fans que aumente la venta de tus libros. 

Darte cuenta de que te has convertido en el protagonista de una de tus novelas, pero que no tienes ni idea de cómo ha empezado, de qué está ocurriendo, ni cómo terminará.


"Jamás le había pedido mucho a la vida, y al final la vida le había dado poco".

"Con qué facilidad olvidamos que necesitamos a la gente cuando todo va sobre ruedas".

"Todo el mundo está jodido, lo que pasa es que algunos lo llevamos con gracia".

"Era tan tarde que ya era temprano, pero el cielo todavía no lo sabía".


.Estelle.