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domingo, 4 de enero de 2015

"Diez negritos", Ágatha Christie.

Por cada libro que leo de la majestuosa Ágatha Christie, comprendo por qué era y sigue siendo la reina de la novela negra. Diez negritos no sólo es una de sus célebres novelas, sino que a partir de ahora será una de mis favoritas. Me ha enganchado desde el primer capítulo y, tanto ha sido así, que en menos de 48 horas lo he terminado. A medida que iban quedando menos páginas por leer, me iba deprimiendo porque no quería que se acabara nunca, quería seguir intrigándome y sorprendiéndome línea por línea durante más tiempo.


Como de costumbre, el final es increíble, impecable, sin cabos sueltos y muy bien pensado, pero el desarrollo de la historia es una genialidad, así que presentía que el desenlace sería totalmente inesperado y nada decepcionante.

Sin duda alguna, es una apología de los actos que quedan impunes de toda justicia. Y no nos engañemos, a veces tomarse la justicia por nuestra mano puede resultar muy tentador... aunque finalmente nuestro sentido común nos devuelva a la tierra. 

Diez personas, cada una con un supuesto destino, pero realmente todas con el mismo. Todas tienen algo en común, pero en un principio no lo saben. ¿Será que los mismos hechos, se trate de la persona que se trate, siempre llevan al mismo lugar? Vaya, esto me recuerda a SAW.

Diez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: nueve.
Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: ocho.
Ocho negritos viajaron por Devon. Uno se escapó y quedaron: siete.
Siete negritos cortaron leña con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron: seis.
Seis negritos jugaron con una colmena. A uno de ellos le picó una abeja y quedaron: cinco.
Cinco negritos estudiaron derecho. Uno de ellos se doctoró y quedaron: cuatro.
Cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron: tres.
Tres negritos se pasearon por el zoo. Un oso los atacó y quedaron: dos.
Dos negritos estaban sentados al sol. Uno de ellos se quemó y quedó: uno.
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y  no quedó ¡ninguno!

.Estelle.